La actividad desarrollada en el Centro de Salud (atención sanitaria) ha de procurar un ambiente relajado, que invite a la calma, íntimo en ciertos aspectos. Pero al mismo tiempo estimulante.
Frente a un entorno exterior indefinido y falto de referencias significativas, el edificio genera su propio “paisaje interior”. Un paisaje fluido, dinámico, continúo… “vital”. Modelado mediante un juego de macizos polícromos (consultas); vacíos (en interior: dobles alturas, zonas de espera; en exterior: patios); la luz natural; y el color.
La ordenación de todos estos elementos disuelve la estructura lineal del corredor y su función de mero “conector” de usos. Se quiere evitar la percepción separada del ambiente exterior-interior, procurando la mayor integración de los patios y la naturaleza en el paisaje interior del edificio. Los cerramientos de vidrio de suelo a techo, con su juego de reflexiones y transparencias, ayudan a borrar la percepción de este límite.
El patio central articula el conjunto haciendo gravitar entorno suyo la actividad del edificio.
El patio de la entrada principal, jardín estancial privilegiado de bienvenida, en su calculada ambigüedad exterior-interior, mantiene los acabados de piedra de la piel del edificio introduciéndolos, incluso, al vestíbulo de doble altura. Ambos (patio y vestíbulo) formalizan un ámbito espacial al que los separa una mínima “lámina vítrea”.
Desde el vestíbulo se puede observar todos los espacios que configuran el edificio.
En el resto de patios, sus paramentos opacos se acaban con un material liso expresamente cromático y de color diferente para cada uno: dominantes rojo, azul, verde, amarillo, … que contrasta vivamente (por textura y color) con el acabado “tectónico” de la piedra exterior.
Estos colores introducen un código de reconocimiento que se traslada (por similitud) al acabado de los paramentos interiores, para definir los diferentes ámbitos de las unidades funcionales. |