La apertura obligatoria de una banda libre de 6m de anchura en el lindero norte, para separarnos de la parcela vecina, restringe considerablemente las posibilidades de movimiento del edificio. Esta banda representa casi un 50% de la superficie media previsiblemente no ocupada. A nuestro favor: es el lugar idóneo para disponer la entrada y la rampa de acceso al garaje. En una posición discreta respecto a lo que será su frente principal al sur, hacia la plaza.
El programa de necesidades distingue claramente la jerarquía de espacios:
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Unos espacios de actividad públicos, flexibles en su funcionamiento; capaces de acoger eventos muy diversos; de dimensiones generosas; … son atendidos por
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Espacios servidores; básicamente repetidos e iguales en todos los niveles;
Al Norte, siguiendo la franja de retranqueo, una banda de servicios comunes se repite en las tres plantas y agrupa: aseos; cuarto de instalaciones de planta; núcleo de ascensores y escaleras; patinejo de instalaciones; depósito; etc;
Estos asisten a los “espacios servidos”, los espacios de actividad: atención al ciudadano; públicos multiusos; oficinas propias; etc;
Esta disposición nos permite obtener ámbitos diáfanos, liberados de servidumbres y de “fácil lectura” a los efectos de orientación en el edificio. Lo que facilita su flexibilidad y adaptación a múltiples configuraciones según las necesidades operativas de las organizaciones que los utilicen.
La banda de espacios servidores, en longitud según necesidades, tiene menores requerimientos ambientales y espaciales. Se propone como una “caja estructural de gran inercia”. Su resolución formal es más regular y sobria.
Sobre ella se anclan los espacios de actividad servidos; volcados sobre la orientación sur; de volumetría más variada y dinámica.
Los espacios de actividad se gradúan y organizan según necesidades del programa, intercalados en el juego de “tres vacíos”:
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El espacio público exterior.
Un vacío exterior: al sur+sur-este: espacio-plaza pública estancial y abierta de acceso al edificio. En continuidad con los espacios urbanos inmediatos;
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El espacio interior
Sendos “vacíos contiguos” en el propio edificio. En posición central y conectados, en la vertical, según una visión diagonal:
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Uno es un vacío interior de doble altura (pl baja + pl 1ª) sobre el vestíbulo principal.
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El otro es un vacío exterior, también de doble altura (pl 1ª + pl 2ª). Un patio-terraza, que abre una profunda brecha en el edificio hacia el Sur, y le divide formalmente en los dos volúmenes que contienen las actividades principales.
Estos volúmenes, en altura, vuelan generosamente sobre los accesos al edificio, para protegerlos de sur dominante. Caracterizan y singularizan los ámbitos espacialmente más significativos: la sala polivalente; y la sala de estudios.
Los vacíos están asociados a las zonas más públicas del edificio, junto al núcleo de comunicaciones verticales, y relacionando los vestíbulos de planta. Permiten una visión más espacial, amena y compleja del edificio.
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El espacio perimetral. Los vacíos perimetrales. La caracterización de las fachadas.
Los volúmenes principales quedan expuestos a orientaciones delicadas para nuestra climatología: sur dominante; este; y oeste.
Profundos huecos, sombreados y protegidos, formalizan estas fachadas; lo que nos permite controlar, matizar, atenuar el soleamiento directo sobre el interior. O al contrario: la ausencia de vacío. Muros pétreos, escasamente perforados, aíslan el interior.
En el nivel superior (pl 2ª), donde tienen lugar las actividades más singulares (sala polivalente; y sala de estudios) con exigencias espaciales mayores, se busca la suave calidad, homogeneidad y constancia de la luz norte. Se adapta la solución de cubierta plana para alojar secuencias de lucernarios orientados: franjas longitudinales en la S. Polivalente; “pozos de luz” en la S. de Estudios. |