Se asume como propio, en sus niveles inferiores, el trazado azaroso de un perímetro probable resultado de la ingeniería de tráfico.
Es en las dos plantas superiores donde el edificio emerge como forma autónoma, lineal, geométrica y abstracta que flota sobre un basamento dominado por la continuidad sugerente, amplia y prolongada de la fachada curva.

Se quiere y propone un “edificio para la ciudad”, que “haga ciudad”.
Como alternativa a la posibilidad de un “edificio-pabellón” aislado en su parcela, esta propuesta asume los límites curvos de la alineación como fachada, se asoma a la calle (y salta sobre ella) para proponer un “diálogo ciudadano” con su entorno.

Un “muro calado”, hiper-perforado, es la alegoría ambivalente de la relación que se propone en el plano de contacto con los usuarios: una larga y sinuosa fachada de hormigón blanco visto que pierde su dureza, que se disuelve, que “deja ver a través de él”. Transformamos, así, la fachada-límite en una membrana virtual, sin perder por ello su carácter fuerte y pesado. Al contrario, reforzando esa cualidad. Pero contraponiendo su “seriedad” con un juego formal, semi-aleatorio y  abstracto, de innumerables perforaciones circulares que dominan la composición.

Sobre el muro, que trabaja a modo de pódium, gravita libremente una caja de formas paralepipédicas, rotundas y depuradas; pero de límites borrosos, que sale al espacio público y vuela sobre el acceso principal, al que protege y señala.

Esta caja se cierra, en sus orientaciones expuestas al sol directo, con una membrana protectora uniforme de lamas verticales orientables en vidrio de color; y que adicionalmente pueden servir como soporte de cualquier mensaje o composición gráfica en relación con el cometido de la institución que alberga.

La orientación Norte, menos castigada, se abre con generosos ventanales. Su tratamiento diferenciado, frente a la isotropía de las otras fachadas, y su posición – sobre la entrada del edificio – le otorga un cierto carácter de fachada principal.

En el interior de la parcela, excavada desde el nivel bajo-rasante, se abre una calle-patio inglés que posibilita el acceso rodado y la iluminación de la planta inferior.
Esta “vía interna” deslinda del cuerpo principal los almacenes, el aparcamiento y los cuartos de instalaciones.  Estos usos se alojan en un cuerpo lineal e independiente, bajo una terraza-jardín arbolada dispuesta al nivel de la planta baja.

Una celosía calada sobre piezas prefabricadas de hormigón texturizado protege, en los dos niveles inferiores, las orientaciones Este y Sur, hacia la calle interior.

Sobre la cubierta, un lucernario de profundas lamas paralelas controla el soleamiento y matiza la entrada de luz al corazón del edificio, donde se expande a través de los vacíos que esponjan y el espacio interior.